Técnicamente hablando, el mastering es el paso intermedio entre la mezcla del estudio y la preparación para el duplicado de la obra. Pero realmente es mucho más, el mastering, es un punto de inflexión, el proceso para que una determinada colección de canciones que forman parte de un disco suenen como si estuvieran juntas en tono, volumen y tiempo, el resultado que escuchará el público.

El mastering se considera el paso final en el proceso creativo ya que es la última oportunidad para pulir un proyecto. Su función principal es la de asegurar una buena impresión a los oyentes sin importar el lugar en el que se reproduzca la música, un proyecto que ha sido masterizado por un ingeniero con los conocimientos adecuados y buen gusto musical, simplemente suena mejor.

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Con el fin de conseguir un sonido más grande, rico y potente, un ingeniero de mastering aplica compresión y ecualización afectando a la canción completa, no a un instrumento en concreto como hacemos en mezcla. Su trabajo se hace directamente sobre un único archivo de audio o una bobina de 2 pistas que ya contiene la versión final de la mezcla.

Y no solo eso, también le da cohesión a un trabajo completo, iguala los niveles de cada canción para que todas tengan el mismo nivel aparente, hace los fades de entrada o de salida. Incluso marca el tiempo entre cada canción para que las mismas suenen seguidas en un cd o una lista de reproducción en el archivo que se envía a fabrica. Pero ¿Cuál es el nivel adecuado?

Desde la década de los 50, los ingenieros de mezcla lucharon para que sus mezclas sonaran más altas que las de sus competidores. Por una razón muy sencilla, cuando dos canciones suenan seguidas, el oyente percibe la que suene más fuerte como la que mejor suena y esto podía ser crucial de cara a las ventas. Sin embargo el límite no lo ponían ellos… El límite lo determina el formato en el que se entrega el producto al oyente final sea vinilo, cd, audio digital para streaming, etc.

Gráfica loudneswarr
Por ejemplo, cuando el trabajo será publicado en vinilo, si el nivel está demasiado alto, la aguja comenzará a vibrar en exceso y hará que salte; si tiene demasiadas frecuencias graves el surco atravesará el disco y lo dejará inservible. También, las cintas de cassette y los cds producían distorsión ante un volumen excesivo.

Actualmente la mayoría de publicaciones se hacen a través de plataformas de streaming ya sea Spotify, Apple Music, Youtube, Deezer… y simplemente son estas plataformas las que marcan los límites de la música que contienen.

Las nuevas tecnologías de compresión y limitación digital, han hecho posible que año tras año se superen los niveles a los que nos llega la música. Esta guerra por sonar cada vez más alto es lo que se conoce en el mundo del sonido como «The Loudness war».

Pero esta guerra, no solo nos trajo una pérdida de dinámica en la música que escuchamos, también nos trajo avances tecnológicos que nos han permitido que el sonido de nuestras mezclas haya mejorado. Cuando en los años ochenta los productores, artistas y representantes iban a los estudios de mezcla a escuchar el trabajo final de su ingeniero, querían que las canciones sonaran ya al nivel que estarían en la radio una vez masterizadas, por ello muchas marcas introdujeron en las mesas de mezclas un compresor en el buss master, como el mítico compresor de SSL, pensado para dar un toque similar a las mezclas aunque no estuvieran masterizadas.

Sin embargo, aunque este trabajo parece sencillo, no lo es. Un ingeniero de mastering se enfrenta a muchos problemas para hacer su trabajo de la mejor manera posible, a lo largo de varios procesos que no se pueden revertir: Una compresión excesiva puede hacer que la mezcla suene débil y perder toda la pegada, un exceso de equalización pueden cambiar la dirección en la que han estado trabajando hasta ese momento el artista y el resto de ingenieros. Un exceso de graves puede producir que tu coche esté a punto de estallar cuando suena un tema, una falta de medios puede dejar una mezcla sin vida en los altavoces más pequeños.

El mastering no es simplemente una cuestión técnica de volumen, es un tipo de arte capaz de influir en el resultado final de una forma definitiva.

Y ante esta responsabilidad ¿Está cualquier ingeniero o estudio capacitado para hacer un mastering? ¿Debe ser el ingeniero de mastering el mismo que de mezcla? Para mi la respuesta es clara: no. Y os contaré porque opino así.

Compresor Shadow Hills

En cuanto al equipamiento un estudio especializado en mastering suele tener un equipamiento específico para ello, que no siempre está en los estudios de grabación destinados a mezcla. Desde compresores y ecualizadores ultra planos hasta un sistema de monitoreo y un entorno de escucha de gran precisión, pasando por conversores específicos de alta calidad.Estudio de mastering

Pero lo más importante, una vez más, la clave de todo es la persona. Un ingeniero de mastering hace esto día tras día y se especializa en buscar las imperfecciones y resaltar los mejores detalles de multitud de mezclas de proyectos e ingenieros distintos. Además si somos nosotros mismos los que hemos producido, grabado o mezclado el proyecto (o las tres cosas juntas) tendremos el oido ya viciado con los mismos detalles y nos será mucho más complicado cambiar el enfoque y encontrar nuevos puntos de vista que terminen de pulir y dar coherencia al trabajo.

Por último y como reflexión propia, diré que cada cual debemos hacer lo que veamos mejor para nuestros proyectos, muchas veces no todo es cuestión de calidad, también entra en juego el tiempo, el presupuesto y muchas otras cosas.

En mi caso lo digo abiertamente: yo no soy un ingeniero de mastering, aunque a veces lo haga, ni OMC Estudios es un estudio especializado en mastering. La mayor parte de nuestros trabajos son masterizados por un ingeniero externo. Porque creo que este trabajo es tan importante como el que yo hago durante la grabación o la mezcla y pensar de otra manera sería desprestigiar a una parte importante de la historia del sonido y de la música.

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